Título original: Prelude to war

Dirección: Frank Capra

Año: 1942

Duración: 53′

País: EEUU

Guión: Anthony Veiller, Eric Knight

Premios: Oscar al mejor documental

******************************************************************************************************************************

Es el primero de la serie de documentales agrupados bajo el título Why we fight, el cual ya dice mucho de qué va el asunto. En efecto, después de años promulgando el aislamiento de los Estados Unidos frente a los problemas del mundo, y en especial los europeos, la entrada en la II Guerra Mundial supuso un grave contratiempo para la política interna estadounidense, obligada a justificarse ante sus tropas y su ciudadanía.

Con este motivo algunos de los más significativos directores de Hollywood fueron reclutados por los distintos cuerpos del Ejército para servir en sus departamentos de cinematografía. De este modo, William Wyler fue mayor en la Fuerza Aérea, John Ford comandante en la Marina, y Frank Capra coronel del Departamento de Guerra, el cual produjo este primer documental destinado a iniciar a los soldados en los motivos de la lucha, y que después sería aprobado para ser emitido por toda la nación.

Es claramente un film de propaganda y una herramienta para buscar la motivación, la unidad y la cohesión de un país, delante y detrás de las trincheras, que debido al viraje político que tiene que justificar no rehuye la autocrítica en ciertos momentos. Su recorrido se inicia vagamente en los años posteriores a 1918 hasta determinados sucesos de los años 30 que son presentados como clave de lo que vendrá después, y que son tratados como eventos lejanos que al final tienen y tendrán terribles consecuencias para los EEUU si no se actúa. Con ello, evidentemente, se dan los primeros pasos hacia el intento de explicar porqué deben los estadounidenses  ir a combatir allende los mares.

Los malos de la historia están claros: alemanes, italianos y japoneses, a los que se muestra como representantes de un mundo diabólico y oscuro (incluyendo animaciones preparadas por Walt Disney), iconos de un mundo opresor totalmente opuesto a los ideales democráticos de occidente y el mundo libre (ojo, se incluye a Rusia como partícipe de ese mundo libre). El documental ofrece un somero repaso por las motivaciones y aspiraciones políticas de Hitler, Mussolini y los prebostes del Imperio Japonés (no señalan al Emperador como responsable último), así como de sus primeros pasos, tanto en el interior de sus países como fuera, hacia su ignominioso plan de conquistar el mundo entero.

Fue premiado con el primer Oscar que se entregó a un documental, quizá por motivos políticos. Contiene imágenes tomadas del Triunfo de la voluntad de Leni Riefenstahl y otras imágenes de archivo bastante interesantes, como las de la invasión italiana de Etiopía o las comparecencias del enviado japonés a la Liga de las Naciones o de Hailé Selassie, emperador etíope, en el mismo foro, anunciando una debacle para Occidente si no impedían la conquista.

El gran documentalista Robert J. Flaherty trabajó en la producción, como después lo harían en otros documentales de la misma serie nombres tan llamativos como el del marxista holandés Jorins Ivens, autor de importantes retratos de la Guerra Civil Española o Vietnam.